entrevista

Andrés Allamand, secretario general Iberoamericano

El chileno Andrés Allamand es el actual secretario general Iberoamericano. Fue Canciller de la República de Chile, es abogado y cursó sus estudios universitarios en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, donde se graduó con distinción máxima.

"Asumir la trilogía ESG no sólo es una manera ética de desarrollar los negocios, sino una oportunidad de mayores y mejores negocios"

Suscribió el “Acuerdo Nacional para la Transición hacia la Plena Democracia”, documento clave para la transición chilena que tuvo lugar en los años 90.

Posteriormente fue elegido diputado por un período y luego dos veces senador de la República de Chile. En su trayectoria parlamentaria integró las comisiones de Educación, Constitución, Legislación y Justicia, Trabajo y Previsión Social y atendió materias propias de las Relaciones Internacionales y los procesos de regionalización.

Trabajó como consultor en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Washington DC, con foco en los temas de gobernabilidad democrática, fortalecimiento de los Congresos y empoderamiento de la sociedad civil.

En el ámbito académico fue decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez. En tal posición trabajó en temas relativos al liderazgo, reingeniería de organizaciones, vinculación entre el mundo político y empresarial y distanciamiento entre la ciudadanía y las instituciones públicas.

Asimismo, se desempeñó como ministro de Defensa.

Es autor y ha participado en más de 10 libros y diversas publicaciones, entre ellas, “La política importa. Democracia y Desarrollo en América Latina”, editado por el Banco Interamericano de Desarrollo y el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral.

En este número de la revista Progreso, hace un recorrido por la situación en América Latina desde los tres ámbitos que afectan a los criterios ESG (medioambiental, social y de buen gobierno) haciendo referencia al rol del sector privado y público para un crecimiento inclusivo y sostenible.

  • Las siglas ESG, que responden en inglés a las palabras Enviromental, Social y Governance, hacen referencia a los factores que convierten a una compañía en sostenible a través de su compromiso social, ambiental y de buen gobierno. Desde su posición como secretario general de la SEGIB, ¿cuáles son los principales retos en materia de sostenibilidad en Iberoamérica?

El desafío es pensar en la sustentabilidad de manera integral.

América Latina debe enfocarse en su recuperación, luego de las devastadoras consecuencias de la pandemia -a las que se han sumado ahora los efectos de la guerra de Ucrania-, pensándola de manera muy amplia. La recuperación tiene que ver, por supuesto, con impulsar en lo inmediato fórmulas de crecimiento que reanimen la actividad económica y productiva pero además, deben ir más allá. Se trata de encontrar aquellas formas que permitan a la región un crecimiento robusto, permanente y equitativo. Es una tarea pendiente ya que la trayectoria del crecimiento en América Latina es modesta. Cada cierto tiempo, en la región se vuelve a hablar de “décadas perdidas” aludiendo precisamente a un crecimiento económico tan débil que no permite avanzar en la superación de la pobreza ni mitigar la desigualdad.

Hay que avanzar hacia fórmulas que permitan lo contrario y ello supone que éstas sean políticamente inclusivas, es decir, generen consensos sólidos en la mayoría de las fuerzas políticas gravitantes; socialmente viables. Es decir, deben atender con particular énfasis a las múltiples vulnerabilidades existentes, y ser ambientalmente sustentables, para lograr compatibilizar el desarrollo con el cuidado y preservación del medio ambiente.

En tal escenario, el rol del sector privado y en general de las empresas es vital. Y no hay duda de que empresas que pongan primordial atención a los impactos ambientales y sociales que su actividad genera hacen una diferencia en positivo. Se trata de una tendencia muy valiosa que contrasta con aquella visión obsoleta conforme a la cual la actividad empresarial podía mostrarse indiferente a sus impactos. Así, la sustentabilidad deja de ser la tarea de algunos para transformarse en la responsabilidad de todos.

  • ¿Cómo avanzar para que más empresas se comprometan con las siglas ESG?

En la sociedad actual el valor de la reputación, el “buen nombre”, será un activo cada vez más importante para las empresas. Al mismo tiempo, ya es observable que aquellas que tienen el triple compromiso ESG obtienen mejores rendimientos bursátiles y mejores condiciones de financiamiento que las que carecen del mismo. De hecho, los fondos de inversión “verdes” canalizan sus recursos hacia empresas que ostensiblemente asumen tales criterios. En una frase, se trata de dejar en evidencia que para las empresas asumir la trilogía ESG no sólo es una manera ética de desarrollar los negocios, sino una oportunidad de mayores y mejores negocios.

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Andrés Allamand, secretario general Iberoamericano

La próxima Cumbre de Santo Domingo, República Dominicana, que tendrá lugar el 24 y 25 de Marzo del próximo año, tiene una nutrida agenda. La idea es avanzar en dos Cartas que abordan temas de particular importancia: una de derechos digitales y otra ambiental. Ambas materias son de primordial importancia y debieran servir para reafirmar el compromiso y liderazgo de la región en torno a las mismas. También se está trabajando en lo que podría denominarse “arquitectura financiera internacional”, materia que ya se abordó en la pasada Cumbre de Andorra, a fin de ver de qué manera puede apuntalarse la recuperación económica. Aparte, también estamos abordando los desafíos de seguridad alimentaria existentes en la región.

A tales materias habrá que agregar la reflexión sobre cómo impulsar un relanzamiento de las relaciones entre América Latina y Europa, en sintonía con la Presidencia de la UE que detentará España durante el segundo semestre del próximo año. Al mismo tiempo, la Cumbre estará como siempre abierta a la reflexión que quieran impulsar las y los jefes de Estado y de Gobierno sobre cualquier materia de su interés, en el ambiente de diálogo constructivo, inclusión de todos, horizontalidad y consenso que es la característica neurálgica de la Comunidad Iberoamericana.

  • Desde el punto de vista regulatorio, ¿la región está preparada para afrontar los retos que se presentan en materia medioambiental?

La región tiene una nutrida regulación para hacer frente a los desafíos medioambientales, que va desde las evaluaciones más generales de los impactos de las actividades económicas, o la existencia de áreas marinas y terrestres protegidas, a asuntos más focalizados como la gestión de residuos, uso de plásticos o la economía circular. Por supuesto, siempre habrá espacio para mejorar e ir adaptando a la realidad los marcos regulatorios. Otro tanto puede decirse, por ejemplo, de los mecanismos de participación ciudadana o la transparencia con que se adoptan las decisiones ambientales.

En cualquier caso, hay que destacar que América Latina es una región muy consciente de su papel en el combate al cambio climático, no tan sólo por la paradoja de ser muy afectada por sus efectos y poco culpable de sus causas, sino porque sin América Latina es imposible abordar globalmente el fenómeno. La región cuenta con un tercio del agua dulce, un altísimo porcentaje de la biodiversidad y una gran proporción de los bosques, por mencionar solo tres de los aspectos más conocidos.

  • ¿Los gobiernos pueden contribuir a una recuperación más inclusiva y sostenible? 

Los gobiernos tienen un rol fundamental en la recuperación y en sus características. Son ellos los encargados de adoptar las políticas públicas llamadas a producir ese crecimiento inclusivo y también a modular sus rasgos. La pandemia dejó en evidencia que las sociedades requieren Estados fuertes y aptos para llevar adelante gestiones eficaces en momentos de crisis. Al mismo tiempo, los gobiernos tienen capacidades para cohesionar, articular y unificar los criterios y puntos de vista de los actores políticos y sociales.

El “capital social” de un país tiene que ver con la capacidad de sus ciudadanos para cooperar entre sí y con la inteligencia para lograr que las instituciones y organizaciones puedan hacer converger sus acciones. Las sociedades que logran unificar sus esfuerzos tras metas compartidas tienen habitualmente mejores resultados que aquellas que se agotan en antagonismos irreductibles.

  • ¿Y el sector privado y en particular las microfinanzas, cómo pueden ayudar a esta recuperación sostenible e inclusiva?

Las microfinanzas son un instrumento que ha demostrado su efectividad para generar desarrollo económico inclusivo, disminuir la pobreza e impulsar la iniciativa individual y el emprendimiento. América Latina es una región de altísima informalidad en la que el acceso al crédito es muy limitado, afectando además de forma muy acentuada a las mujeres. Tal acceso al crédito es el factor que muchas veces permite que familias puedan dejar atrás la pobreza, mientras que su inexistencia explica por qué familias no pueden dejar atrás la situación que las aflige.

El modelo de finanzas productivas empleado por la Fundación Microfinanzas BBVA no sólo ataca directamente este problema al proveer servicios financieros a poblaciones vulnerables, sino que además les entrega capacitación y acompañamiento en el progreso de sus emprendimientos. Es una iniciativa digna de los mayores elogios, que ojalá pudiera ser replicada a través de políticas públicas, al haber apuntado de forma pionera a un problema de gran envergadura en la región, efectuando contribuciones sustantivas y de alto impacto para la solución de éste. En resumen, el acceso al financiamiento de sectores excluidos, la formalización de las actividades productivas, la utilización de los instrumentos que trae consigo la digitalización y la capacitación a quienes la requieran, son palancas para apuntalar un crecimiento inclusivo que se caracterice por abrir oportunidades sin dejar a nadie atrás.

  • Por último, nos gustaría conocer cuáles son sus prioridades al frente de la SEGIB, en un momento convulso como el que estamos viviendo, en el que debemos afrontar juntos, sector público y privado, los retos de esta nueva era.

La primera es precisamente afianzar la Comunidad Iberoamericana, que es el resultado de una trayectoria ascendente. Partimos como Cumbres, evolucionamos hacia Conferencia y hoy nos vemos como Comunidad. Tras ese esfuerzo hay un despliegue de iniciativas, entre las que destacan un visionario y original andamiaje normativo de cooperación, la institucionalización lograda a través de la Secretaría Iberoamericana, la valiosa secuencia de articulación de instancias públicas, la vitalidad de una enorme cantidad de organizaciones que tienen su origen en la sociedad civil y la existencia de un gran número de Redes, todo lo cual configura un tejido variado y de gran riqueza.

La segunda prioridad es contribuir a generar una narrativa positiva de la región, que sin esconder los problemas destaque las múltiples oportunidades. La tercera tiene que ver con lo ya expresado, en orden a apoyar una recuperación económica no sólo con la mirada en el corto sino en el largo plazo, para favorecer las bases de un proyecto viable en todos los aspectos: políticos, económicos, sociales y ambientales. Finalmente, como por lo demás corresponde a una organización con miembros de ambos lados del Atlántico, es muy importante favorecer el relanzamiento de la siempre valiosa relación entre América Latina y Europa.